LA
TABERNA DE SILOS
LORENZO
G. ACEBEDO
Nadie parece tener un solo indicio de la
identidad del autor —o autora— que bajo el seudónimo de Lorenzo G. Acebedo ha publicado la
novela La taberna de Silos.
Se han hecho algunas especulaciones, pero, nadie se ha atrevido a sugerir un
nombre.
No es nueva la idea de escribir una novela de misterio protagonizada por un escritor clásico metido a detective, pero sí es arriesgada la forma elegida por Acebedo. En primer lugar, porque Umberto Eco ya había anticipado una historia parecida en El nombre de la rosa y se hace inevitable la comparación, aunque el maestro italiano inventara un personaje ficticio, Guillermo de Baskerville, para conducir la investigación. En segundo lugar, porque el apacible Gonzalo de Berceo no encaja con la imagen de un detective esquivando peligros entre cadáveres medievales, y mucho menos en un entorno tan idílico como Silos.
La taberna de Silos se lee muy bien,
en buena parte porque el Gonzalo de Berceo maduro y escéptico que la
protagoniza, que ha perdido la fe en todo excepto en la poesía y en las
cualidades de la uva —sólo “entendía de vinos y de libros”—, se nos muestra
humanizado con sus virtudes y debilidades. La aparente intrascendencia de una
historia de enigma no puede obviar la sabiduría con que juzga la condición
humana, la sagacidad de los comentarios sobre la literatura o la originalidad de su canto al vino,
que aquí sirve para todo, como medicina y como alimento, como regalo y como
moneda, como fuente de alegría y de consuelo. El autor utiliza un rico
vocabulario y siempre con un depurado estilo en román paladino, que
regula el condominio entre la diversión y los apuntes de trascendencia.
El último capítulo es excelente, y aún
más excelente y emotiva es la coda final, con un Berceo de setenta años
recordando lo ocurrido muchos años atrás: “He matado, he bebido, he mentido, me
he equivocado tantas veces… y tengo miedo. El día en que me parta un rayo, no
habrá nadie que recuerde mis versos…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario